Que tu sonrisa regrese
a tu vieja casa,
y que se llene tu patio
de flores blancas.
Que el pensamiento te lleve,
con nuevas alas,
a salpicarte de estrellas
tu voz callada...
Que no se caiga tu techo
sobre tu espalda,
que andar aún no has podido
sobre las aguas.
Y que se inunden de sueños
tus esperanzas,
como la luz amanece
en tus palabras...
Yo, por mi parte, si quieres...
... sabré escucharlas.

© 2001-2006 Andrés Navarro Herrera