Llega un momento
en que el universo es mío...
Los pensamientos se diluyen
en un misterioso gemido.
Un temblor sobre mi cuerpo
me anuncia que algo dormido
despierta bruscamente...
¡Tanta sed había tenido!
Y entre tus manos, silenciosas,
paso las horas perdido...
No me vale cualquier cueva,
cualquier casa, cualquier nido,
ni el polvo que se levanta
a cada paso en el camino...
Sólo me vale una cueva,
sólo una casa, sólo un nido,
sólo el polvo que recubre
las paredes del delirio...
Y entre tus manos, silenciosas,
paso las horas perdido...

© 2001-2006 Andrés Navarro Herrera